Más de un centenar de  usuarios del Programa de Desarrollo Territorial Indígena, PDTI, provenientes de distintas localidades  de Curaco de Vélez,  se congregaron este martes 21 pasado en el Fogón El Medán de Tolquien, para celebrar el ancestral ritual de We Tripantu. El ceremonial de purificación y agradecimiento a la Madre Tierra fue encabezado por el alcalde de Curaco de Vélez, Luís Curumilla Sotomayor y Francisco Ojeda, Secretario  de la Corporación Municipal. Guiados por la rogativa de Berta Nahuelhuén , mujer de medicina, y por el Lonko Cristian Chiguay, educador intercultural de las escuelas municipales de Curaco de Vélez, las autoridades y los presentes ofrecieron sus buenos deseos para un nuevo ciclo anual  próspero y pleno de buenos frutos.

La invitación al ceremonial que celebra la Ñuque Mapu, marca el inicio de un nuevo  periodo agrícola, por lo que sus festejos también contaron con la participación del Área de Promoción de la Salud del  Cesfam comunal  y del Prodesal, quienes se hicieron presentes  con una mesa que revitaliza la memoria colectiva sembrada en la gastronomía de sus comunidades. Muchos abuelos y abuelas fueron recordados en torno a los Baemes,  mezcla de papa pelada y chuño que no lleva azúcar, sal ni manteca,  hervida en agua y sirvida con miel; y en las Mellas, cocido de papa rallada con harina y azúcar morena, envuelto en hoja de panqueo.

Fue también el momento para reponer filamentos culturales como la práctica del trafkintu, el intercambio de semillas, hierbas medicinales y árboles nativos, que tradicionalmente forma parte del tejido ceremonial como anticipo a los nuevos productos de siembra. Hoy la práctica del trafkintun aporta a la recuperación de especies presentes en  la memoria colectiva, pero difíciles de encontrar en los campos, como lo son la Tepa y algunas variedades de murtilla y  muérdago silvestre.

En el centro de la pampa ceremonial de Curaco de Vélez, Berta Nahuelhuén y Cristian Chiguay, depositan las buenas  intenciones simbolizadas en las ofrendas de trigo, harina, hierbas y azúcar que encargan al fuego sagrado. Así lo explica la ceremoniante: “Como en este lado de América vivimos el tiempo de solsticio de invierno, se busca honrar y pedir protección para el invierno; que las grandes lluvias vengan  a limpiar y a preparar la tierra para los cultivos.  El ritual tiene el sentido muy especial de ordenarnos y observar las señales que desde la naturaleza asoman y anuncian cómo vienen los nuevos tiempos. La lluvia que abrió la mañana, dio una señal de prosperidad; también el brillo especialmente potente de la luna llena que iluminó la noche del 21, que llegó en plenilunio después de 70 y tantos años que no había coincidido. Tenemos que pensar positivo con todas las señales auspiciosas que se están dando. Esta rogativa es un llamado a mayor unidad y a entregar el Kimün que nos dejaron nuestros antiguos, porque los tiempos ahora llaman a abrirse, a integrar, más que a separar”.

Por su parte, Francisco Ojeda, Secretario de la Corporación Municipal de Educación, señaló el esfuerzo de las escuelas municipales por revitalizar la lengua y conjuntamente, valorar la base cultural que los identificará ante el mundo a futuro, “En la medida que los niños aprenden a observar la naturaleza como lo hacían nuestros antepasados, tendrán un arraigo y una capacidad especial para anticipar una conexión con el mundo natural, con la naturaleza que es el primer sustento humano”.

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